Esta columna de opinión se publicó originalmente en El Universal en línea
El océano es vida.
Siempre ha sido así. La vida en la tierra se originó en el océano y depende de él para su existencia. A medida que abordamos los enormes desafíos del cambio climático, es vital entender cómo la vida en la tierra es posible gracias al océano.
Por ello, resulta pertinente que la 25a Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático— o COP25 como también se le conoce— llevándose a cabo en Madrid del 2-13 de diciembre del año en curso, se centrará en el papel del océano como regulador del sistema climático y pasará a ser conocida como la “COP Azul.”
Es crucial proteger la salud y la resiliencia de nuestro océano en la lucha contra el cambio climático. El océano produce 30 por ciento del oxígeno que respiramos y absorbe de un 25 a un 30 por ciento de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero. Así mismo, ecosistemas costeros saludables han amortiguado a las comunidades humanas contra los efectos más devastadores del clima.
Con la atención debida y los recursos apropiados, el océano podría incluso ayudar más a disminuir y absorber las emisiones de carbono y atenuar las repercusiones del cambio climático en tiempos venideros. Un informe del Panel de Alto Nivel para la Construcción de una Economía Oceánica Sostenible (del cual México forma parte) encontró que el océano podría ser responsable de hasta una quinta parte de las reducciones de gases de efecto invernadero necesarios para limitar el aumento de las temperaturas globales a 1.5 grados Centígrados— un tope límite para evitar consecuencias devastadoras.
Dos soluciones clave para limitar el cambio climático son la protección y restauración de ecosistemas costeros – como manglares, pastos marinos y pantanos que pudieran ayudar a mantener más carbono fuera de la atmósfera – y aumentar el uso de fuentes de proteína bajas en carbono provenientes de pesquerías bien administradas para alimentar a la creciente población de la tierra.
México destaca entre las naciones con territorios marinos extensos y productivos, mismos que son clave para desarrollar estrategias y lograr soluciones de resiliencia marina y cambio climático a escala global. México cuenta con un litoral de más de 11,000 km y una superficie marina que es 1.5 veces mayor a su territorio terrestre. Rodeado por cinco mares y gradientes latitudinales con influencia de aguas tanto tropicales como templadas, el país tiene la dicha de contar con una diversidad de ecosistemas marinos y costeros que está entre las más amplias del mundo, incluyendo la extensión de bosques de manglar más grande de Norteamérica.
Dicho de manera sencilla, un océano saludable es esencial para el bienestar a largo plazo de México, sus habitantes y de la humanidad, y México tiene un papel crítico que jugar en apuntalar una mejora en la salud del océano. México puede, y debe, ser líder global en la protección de sus mares costas, garantizando un buen manejo de sus recursos marinos, y crear un ambiente y una base económica sostenibles para las generaciones futuras.
Los trabajos para conservar el océano fortalecerán la economía de México y conllevarán a una mejora en el bienestar de su población. Pero lograrlo requiere un cambio de visión fundamental que va de ver al océano como un recurso meramente explotable, a verlo como un patrimonio esencial que debe ser sostenido, regenerado, y cuidado.
México está tomando medidas al respecto, reafirmando su compromiso de construir una economía oceánica sustentable y regenerativa. En septiembre, al margen de la Cumbre sobre el Clima de las Naciones Unidas que se llevó a cabo en Nueva York, el Ministro de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard, firmó un llamado a la acción propuesto por el Panel de Alto Nivel para la Construcción de una Economía Oceánica Sostenible y anunció un compromiso por declarar 31 zonas de refugio pesquero para aumentar a más de 100,000 hectáreas de océano de México bajo manejo sostenible previo a la Conferencia de las Naciones Unidas para los Océanos en el 2020.
Los compromisos que México ha hecho aprovechan el liderazgo de las comunidades y cooperativas pesqueras que han estado trabajando con el gobierno, así como investigadores y organizaciones de la sociedad civil para establecer 40 zonas de refugio pesquero en el Golfo de California y la Península de Yucatán en los últimos ocho años. Estas acciones ahora están rindiendo frutos al reabastecer pesquerías y proteger ecosistemas claves. Esto es un gran y alentador ejemplo de una economía regenerativa en acción.
Ningún cambio es posible sin motivación, y no hay motivación más grande que el de la esperanza: la esperanza de un futuro mejor para la gente y para el planeta del que dependemos. México puede ser gestor de esa visión y ayudar a crear un mundo mejor.
Mientras líderes mundiales se reúnen en Madrid para discutir el futuro de la humanidad y nuestro planeta, este mensaje debe ser claro: El océano es vida.
El Dr. Richard Cudney Bueno colabora con el Programa de Conservación y Ciencia de la David and Lucile Packard Foundation, dirigiendo el trabajo marino de dicha fundación en América Latina.
[email protected] twitter @RichardCudney